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La brújula para un mar bravo



es algo más que amor a la sabiduría, es un estilo de vida, y como tal merece la pena ser vivido. Yo me enamoré de ella hace muchos años, ni siquiera recuerdo bien como la descubrí. La recuerdo en mi vida como una pierna sin la cual no puedo caminar y así es que jamás recuerdo no haber andado. Comencé a leer libros de los autores más importantes: Platón, Aristóteles, Shopenhauer, Nietzche...; a seguir alguna revisa filosófica y a escribir mis propias reflexiones. Comencé a alimentar mi mente y sin darme cuenta empecé a ser más libre. Pensar el mundo y descubrirme en él me fascinaba, tenía tantas dudas por resolver, tanto por saber, que no me pude resistir a la idea de estudiar filosofía.


"Eso no sirve para nada" me dijeron, "no vas a encontrar trabajo mas que de profesora", "vas a morir pobre", y muchas otras tonterías... Pero no me importó y comencé la carrera con alegría y entusiasmo. Hoy sé, y ya no me quedan dudas de ello que la filosofía realmente sirve para mucho más que algo, sirve para la vida, saber "qué hacer con la propia vida", entender el mundo y nuestra condición de hombres. Es una brújula, y ¿quién no quiere algo que le guie a buen puerto cuando se navega por un mar bravo?

La filosofía es aprender a mirar una habitación desde todas sus ventanas; abrazarse a la luz de la razón y querer escalarle las razones hasta llegar a la verdad, una meta alta pero certeza que alegra cualquier corazón sin él aún se haya la humanidad. Y así es, todo ser humano por el simple hecho de serlo tiene en él esa tendencia suicida a querer saber y saber y saber, ya sea para dominar el mundo o para admirarse de él.


Los filósofos somos unos enamorados de la verdad, apasionados de ella, y como buenos amantes la escuchamos, la buscamos cuando se esconde, y si llora encontramos la forma de secarle las lágrimas o darle a sus problemas una salida de emergencia. De eso trata la filosofía, de emergencias y salidas. De emergencias importantes y permanentes; de salidas a tiempos y ojos ajenos, salidas del ´yo´ para volver a él, salidas al mundo, salidas que buscan y encuentran -cada una a su manera- soluciones a la vida.


Así que cuando alguien me dice que la filosofía no sirve para nada le sonrío. Yo sé que con esta brújula cuando se trata de navegar mi barco llegará más lejos y verá más alto.


Fotografía de Ani Ardoiz


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