2016: Adiós a la Filosofía

Para los que estudiamos filosofía, el año 2016 viene marcado por una triste noticia. A consecuencia de la aplicación de la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa) este es el último año que la Filosofía será una asignatura troncal. Su importancia en el plan de estudios (si bien antes era ya de por sí pobre) queda reducida a la mínima expresión.

Esta ley torpe, segregadora y clasista viene a decirnos que pensar y escribir no valen de nada, que es una actividad absolutamente inútil. Es una ley que olvida que en la escuela no se forman informáticos, ingenieros o médicos. Se forman personas. Y no hay nada más importante en la educación que ayudar a los alumnos a formar sus propios criterios, a hacerse preguntas y darles claves para que las respondan. Yo quiero que mis hijos lean, escriban, piensen, que disfruten de una buena sinfonía o de un buen poema.

La gravedad de esta decisión es mucho mayor de lo que a priori pudiera parecer. El poder nos quiere sumisos, ve peligroso que pensemos por nuestra cuenta y está dispuesto a atentar contra nuestra libertad de pensamiento si eso le hace más fuerte. Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política, defiende la asignatura de Filosofía como "una necesidad para cualquier sociedad que quiera ser medianamente culta".

Irónicamente, lo único positivo de la LOMCE es que, después de mucho tiempo, ha logrado el consenso en la opinión pública española. Todos concuerdan en que es una ley sin futuro (o que, en su defecto, nos deja sin futuro), retrógrada, elaborada con prisas y sin ningún fundamento. No se puede despreciar las virtudes cívicas, el pensamiento crítico ni la excelencia. No se puede despreciar, en conclusión, a la Filosofía y menos ahora, cuando tanta falta hace.