¿Por qué Filosofía?

Octubre de 2014. Un hombre de cabello canoso, entrado en años y postura erguida entra en el Aula Magna y se sitúa frente a un grupo de jóvenes que tienen más o menos interés en escucharle. No necesita PowerPoint. No necesita nada más que su voz y sus ideas.

Su nombre es Alejandro Llano, y dos horas más tarde, aun con la reticencia inicial del público (que dudaba de que un hombre como él pudiera enseñar otra cosa que no fuera aburrimiento), nos tiene metidos en el bolsillo.

Habla de cómo no podemos permitirnos ser “convidados de piedra”, de cómo tenemos que ser algo más en esta sociedad: debemos participar activamente, hacerla nuestra y luchar por hacerla mejor. Habla también de su historia, de cómo decidió estudiar filosofía y de su recorrido profesional.

Ahí llega el momento clave. La decisión a estudiar una carrera como filosofía, la firme convicción de que no es simplemente un “pasatiempo” o “algo más o menos interesante que no está de más conocer”. Escuchar las palabras de aquel hombre me llevó a abrir mi mente y a querer ser “un poco más como él”. Porque sí. Porque sus palabras revelan que es una persona digna y auténtica, y ese es un perfil por el que merece la pena luchar.

No es necesario estudiar filosofía para ser una persona auténtica, pero sin duda, es una gran ayuda.

Se dice que, para ser auténtico, debemos actuar según la verdad que conocemos; y la filosofía es una forma de acercarse a esa verdad. O, por lo menos, de conocer los diferentes métodos que ha seguido la gente para llegar a ella a lo largo de la historia. Es una ayuda para estructurar el pensamiento. Es un instrumento que nos ayuda a introducir claridad y fomenta nuestra búsqueda de esa verdad. Es un instrumento de pensamiento propio y creación de ideas. Es ir más allá de uno mismo y sus opiniones. Es un desafío.

La filosofía te lleva a la verdad, si sabes aprovecharla. La verdad te lleva a ser auténtico. Y para qué mentir, yo quería (quiero) ser una persona auténtica, de esas que valen la pena.